Centésima segunda graduación de la UCA

 

Ante la polarización, compromiso con la verdad y la libertad

 

Marcela Beatriz López Pira
Graduada de la Licenciatura en Educación Inicial y Parvularia

 

Distinguidas autoridades universitarias, estimados padres de familia, compañeros y compañeras presentes, buenas tardes. Es un honor para mí representar a mis compañeros en este día, tan especial que incluso puede parecernos irreal; un día que ha demandado una indiscutible dosis de resiliencia en nosotros.

Me permito compartirles una experiencia personal. Hace algunos meses, participé en un encuentro en el que abordamos la reelaboración de las propias expectativas a partir de la caída de las mismas a causa de, en buena parte, las circunstancias tan particulares que hemos vivido a lo largo de estos últimos dos años. Durante la jornada, tomé conciencia de algunas de las frustraciones a las que probablemente muchos nos hemos enfrentado. Los grandes ideales que nos creamos sobre nosotros mismos y sobre lo que deberíamos vivir, junto a los que otros nos ponen, nos distraen de vivir en el aquí y el ahora, en el presente, desplazándonos hacia lo que debería ser, no hacia lo que realmente ocurre.

Durante ese encuentro, conecté con varios elementos de mi experiencia de los últimos dos años. Por un lado, aprendí no solamente a aceptar mi realidad, sino a abrazarla como parte del presente que me corresponde vivir y, así, como decía el padre Ellacuría, hacerme cargo de ella, como es y no como quisiera que fuera. Por otra parte, aprendí que estoy invitada a permitir que sea esta realidad la que cree y transforme mis propias expectativas sobre el futuro, sin idealizar la imagen de lo que yo considero lo mejor, sino cargando con lo real y, entonces, luchando por realizar lo posible. Con estos dos grandes aprendizajes me gustaría cerrar esta etapa universitaria y abrirme al ejercicio profesional.

Compañeros y compañeras, afrontamos una situación para la que nadie estaba preparado. Junto a los efectos de la pandemia, vivimos en el país tiempos de polarización que requieren de personas que se comprometan con la verdad y la libertad, con realismo paciente pero decidido. Nuestra sociedad necesita que construyamos puentes que superen la indiferencia y que nos acerquen los unos a los otros.

Ignacio Ellacuría insistía en la necesidad del diálogo para la búsqueda del bien común. El diálogo debería impulsar una cultura de los ecos, en superación de la cultura del ego. Una cultura de los ecos implica escucharnos con empatía y con respeto. Escuchar, incluso, a aquellos que se oponen a lo que pensamos o creemos; acoger las diferencias y comprender la diversidad de sensibilidades, para hacernos conscientes de la interrelación y de nuestra responsabilidad para con todo.

Quiero agradecer a la Universidad y a quienes trabajan en ella por el esfuerzo de adecuarse a esta realidad y por poner los medios y las herramientas para que nuestro proceso educativo no se detuviera. Somos conscientes de que no es una misión fácil de cumplir. Sin duda, las circunstancias nos han colocado en una posición de reaprendizaje. Creo que todos y todas estamos de acuerdo en que nos hemos esforzado y hemos tratado de hacer lo mejor posible.

Gracias también a nuestras familias; su apoyo nos trajo hasta acá. Gracias a nuestros catedráticos y catedráticas por adaptarse y mantener la motivación para seguir adelante. Gracias a mis compañeras por la travesía recorrida y compartida, tan llena de ilusión y de vida. Les deseo a todos y a todas un camino pleno, repleto de oportunidades y aprendizajes, pero también de retos y desafíos que nos sigan impulsando a construir puentes en nuestro país. Muchas gracias.

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